La Virgen de Guadalupe en Conquista del Viejo Mundo
  Como sanar en el proceso del duelo
 

El Duelo: Un proceso de Sanación
 

E

l Ministerio del Alivio es un servicio de compañía en la enfermedad y el sufrimiento del duelo. En muchas de nuestras comunidades existen cristianos que se dedican a la visita, al cuidado, consuelo y compañía a personas y familiares en situación de enfermedad y duelo.

En ocasión de un curso de capacitación para estos ministros servidores del alivio el P. Mateo Bautista, expresaba lo siguiente:

"Seguramente que la muerte de un ser querido te ha llevado a intentar superar tu dolor de diversas formas: dejando pasar el tiempo ‘que todo lo cura’, en silencio y sufriendo solo.

Quizá negándolo y evitando los recuerdos intentando vivir como si nada hubiera pasado. O quizá suponiendo que el duelo es un continuo lamento y desahogo en un estilo de vida donde ya no tienes posibilidad de volver a ser feliz".

Hoy queremos que sepas que el duelo es en realidad un proceso de sanación, donde es necesario dar expresión y cauce sano a los sentimientos, serenando el sufrimiento, aceptando la realidad de la muerte, reorientando positivamente la energía afectiva con un proyecto pleno de sentido, amando con un nuevo lenguaje de amor persona a quien tanto extrañamos.

 

¿Qué es el duelo ?

 

E

l duelo  es un término que viene del latín: ‘dolerse’, ‘sufrir’. Todo sufrimiento nos involucra en el duelo: sufrimos por pérdidas, sufrimos por omisiones, de lo que quisimos ser, de lo que hemos querido tener y no hemos podido. Sufrimos por el alejamiento en nuestra vida de seres queridos y amigos, y por la muerte de los que amamos. Todo sufrimiento automáticamente me conduce al duelo. Este es el reciclaje del sufrimiento.

 

¿Qué es lo que hago con el sufrimiento? Eso es el duelo positivo. ¿Qué es lo que el sufrimiento hace conmigo? Eso es el duelo negativo.

El duelo no es algo puntual, es un proceso, un recorrido. Tampoco es una enfermedad, sino que es un proceso de sanación. A  su vez, tiene como objetivo sanar una herida y llevar al crecimiento y a la madurez.
En todo duelo, yo tengo que ser el protagonista. En todo duelo hay que parirse, hay que nacer de nuevo.

El sufrimiento no puede ser inútil

 

Los caminos del duelo

 

¿C

uales son los caminos del duelo? Los vamos a recordar. Tengo que sanar mis heridas en el hablar, en el corazón, en la mente, en los vínculos, en los valores, con Dios, y recreando un proyecto significativo de vida. Este es el proceso de las heridas, el recorrido. La herida sale del corazón y ¿qué busca? ¿qué necesita? Expresarse, hay que darle palabras. Al principio, antes que palabras vendrá el gemido, el llanto, hay que llorar, pero hay que dar palabras. Si yo me trago mi sufrimiento, eso es un camino insano, es más sufrimiento, sufrimiento añadido. Eso es un mal camino.

¿Cuál es el segundo? La pena sale del corazón, busca la palabra, me desahogo. Pero ojo, simplemente me desahogo, entrego el sufrimiento a los demás, más no espero una iluminación. Eso es desperdigar mi sufrimiento, el cual vuelve a bajar y añade sufrimiento. Es un camino equivocado.

¿Cuál es el tercer camino? La pena sale del corazón, busca las palabras, pero yo hablo las palabras y se las doy a alguien que sabe ayudar. Me desahogo, pero escucho en mi sufrimiento.

En el sufrimiento se necesita hablar pero también escuchar. Hay que hablar con intención escuchar con atención y recibir una iluminación para empezar a sanar.

Cuando yo hago eso, ya empiezo un camino positivo. Si no escucho la iluminación de los demás, yo puedo caer en adicciones, puedo evadirme, puedo escaparme de mi sufrimiento, puedo echar la culpa a los otros, eso es malo. Cuando recibo ayuda de los demás y he hablado, la pena sube a la mente, tengo ideas más claras, ya empiezo a sanar. Cuando esto sucede, los valores se me refuerzan, mi fe se ilumina y empiezo a ver el futuro positivamente.

Busquemos un camino auténtico, un camino de sanación, un camino porque vamos a decirlo claramente, camino equivocado, sufrimiento asegurado. Y del sufrimiento hay que salir pidiendo ayuda, aunque sea un proceso personal.

 

El recorrido del duelo

 

El duelo es todo un recorrido, podemos entrar en segundos en el sufrimiento, es un acto puntual, nos pueden avisar por una pérdida por la muerte de un ser querido.

Entramos en el sufrimiento y en el duelo. Pero si entramos en segundos, no vamos a salir tan rápidamente porque es una herida muy honda.

¿Y esa herida a qué afecta? A mi corazón, a los sentimientos, a mi mente, a mi intelectualidad y a mi corporidad. Por eso, en el duelo se somatiza mucho y vienen enfermedades clínicas. ¿A qué más afecta el sufrimiento? A mis relaciones humanas, a mis vínculos.

 

 El sufrimiento marca, pone su impronta, en los valores, en lo que yo creía, en lo aspiraba, en mis ilusiones. 
También el sufrimiento afecta mi fe, mi vida espiritual y mi relación con Dios.

Por eso, el sufrimiento y el duelo tienen esos lugares donde hay que sanar: en el hablar, en el corazón, en la mente, en las relaciones con los demás y con Dios. Es un proceso en el cual necesito hablar, tengo que desahogarme, tengo que llorar, tengo que sacar la pena. Si la pena no sale, se pudre y pudre a los demás.

Pero no basta con que yo me desahogue, porque si sólo me desahogo, puedo ahogarme en mi propio sufrimiento. Necesito en el sufrimiento curar las ideas insanas. Tengo que trabajar mi mente positivamente, tengo que aceptar la realidad aunque sea dolorosa.

¿Qué necesito también preguntarme cuando sufro? ¿Cómo sufren los demás conmigo? ¿Hago sufrir a los demás?

Así, recuerdo que mi duelo necesita una fe sana. No voy a salir, incluso como creyente, de un sufrimiento con ideas equivocadas sobre Dios. Con vivencias equivocadas sobre él. Fundamentalmente, para concluir un proceso de duelo, si no tengo un proyecto de vida positivo, si no creo en el futuro, si no tengo una ilusión en mi vida, la reconstruyo con un proyecto vital, nunca sanaré. Los pasos

necesarios para vivir el proceso del duelo son:

-         Necesito hablar y sanar el corazón.

-         Necesito sanear la mente.

-         Necesito sanear los vínculos afectivos con las personas.

-         Reforzar los valores.

-         Fundamentarme en una espiritualidad sana.

-         Re-elaborar mi proyecto personal de vida.

 

Pastoral de los enfermos y del duelo

 

V

ariados son los ámbitos desde donde ejercer este ministerio: la diócesis, la parroquia. Las familias, los hospitales y centros de salud, los cementerios, etc. Pero todos han de adecuarse al objetivo de iluminar desde la fe en Jesucristo muerto y resucitado el misterio de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.

Desde hace algún tiempo a esta parte, muchas parroquias ofrecen a sus vecinos y fieles el servicio de inhumación y deposición de las cenizas – fruto de la cremación del cuerpo del difunto – en espacio sagrado del templo. La celebración comunitaria de la Eucaristía – memorial de la Pascua del Señor – es el ámbito de compañía a los deudos familiares y amigos. De esta forma, Jesucristo, por mediación de su Comunidad Eclesial, acompaña también en el sufrimiento y dolor de la pérdida.

También cementerios – públicos y privados – son lugares privilegiados desde donde los ministros y servidores de la Iglesia ejercen su función de escucha, compañía y consuelo mediante las exequias cristianas, la oración común y la celebración de la Eucaristía. En todas estas acciones escuchamos la Palabra de Dios que nos alienta diciendo:

“Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible. Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. En un instante en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final – porque esto sucederá – los muertos  resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.

Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida.

¿Dónde esta, muerte, tu victoria? ¿Dónde esta tu aguijón? Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor; con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por El no serán vanos. (1 Cor 15, 59 - 58).




Fuente: Revista El Mensajero de San Antonio
 
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